domingo, 16 de junio de 2013

Casa tomada (versión de Natalia L)


Como me quedaba el reloj pulsera, vi que eran las once de la noche. Rodeé con mi brazo la cintura de Irene (yo creo que ella estaba llorando) y salimos así a la calle. Antes de alejarnos tuve lástima, cerré bien la puerta de entrada y tiré la llave a la alcantarilla. No fuese que a algún pobre diablo se le ocurriera robar y se metiera en la casa, a esa hora y con la casa tomada. (Acá podés leer la versión original, de J. Cortázar)
Irene y yo estábamos muy asustados, así que sin dudarlo nos fuimos a un hotel. Nos olvidamos de la casa, pero de nuestras cosas que quedaron no nos olvidamos. Irene seguía muy asustada y nerviosa. Por suerte llegamos al hotel y ella se quedó dormida; pobre, tenía una cara de cansada. Yo muy bien que digamos no estaba, pero tenía que estar bien por mí y por ella.
Al final de todo nos quedamos sin nada pero nos recuperamos rápido porque yo empecé a trabajar, Irene empezó a vender algunos tejidos que hacía y además seguíamos recibiendo la plata que nos llegaba del campo. Con toda la plata que juntamos nos pudimos comprar una casa. Yo conseguí una novia y me junté con ella. Irene se casó y se fue a vivir a Brasil con su pareja y yo me quedé con mi novia.
Después de todo irnos de la casa nos hizo bien porque progresamos y cada uno pudo hacer su vida. Nunca más volvimos a ver la casa y jamás nos pudimos enterar de quién la había usurpado.
Autora: Natalia L.

No hay comentarios:

Publicar un comentario