Como me quedaba el
      reloj pulsera, vi que eran las once de la noche. Rodeé con mi brazo la
      cintura de Irene (yo creo que ella estaba llorando) y salimos así a la
      calle. Antes de alejarnos tuve lástima, cerré bien la puerta de entrada
      y tiré la llave a la alcantarilla. No fuese que a algún pobre diablo se
      le ocurriera robar y se metiera en la casa, a esa hora y con la casa
      tomada. (Acá podés leer la versión original, de J. Cortázar) 
 Al otro
día fui con mi hermana a la casa y no vimos nada. Nos pareció
extraño no escuchar ruidos. Subimos al segundo piso, cuando se
escuchó la puerta de adelante cerrarse fuertemente.  Nos asustamos
mucho. Bajamos lentamente por las escaleras pero no se veía nada.
Salimos corriendo por el susto que nos pegamos. Nos fuimos muy lejos
de esa casa. Luego la vendimos y compramos una en Entre Ríos, donde
vivimos felices. Nunca más se habló de esa casa tomada.
Al otro
día fui con mi hermana a la casa y no vimos nada. Nos pareció
extraño no escuchar ruidos. Subimos al segundo piso, cuando se
escuchó la puerta de adelante cerrarse fuertemente.  Nos asustamos
mucho. Bajamos lentamente por las escaleras pero no se veía nada.
Salimos corriendo por el susto que nos pegamos. Nos fuimos muy lejos
de esa casa. Luego la vendimos y compramos una en Entre Ríos, donde
vivimos felices. Nunca más se habló de esa casa tomada.
Autor: Mauro V. 
 
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