Como me quedaba el
reloj pulsera, vi que eran las once de la noche. Rodeé con mi brazo la
cintura de Irene (yo creo que ella estaba llorando) y salimos así a la
calle. Antes de alejarnos tuve lástima, cerré bien la puerta de entrada
y tiré la llave a la alcantarilla. No fuese que a algún pobre diablo se
le ocurriera robar y se metiera en la casa, a esa hora y con la casa
tomada. (Acá podés leer la versión original, de J. Cortázar)
Cuando salimos de la
casa, como dije, tiramos la llave a una alcantarilla y nos fuimos caminando a
ver quién nos podía ayudar. Entonces en la esquina Irene me dijo
que vio una luz azul y roja. Pensamos que era la policía. Cuando
llegamos no había nadie. Entonces me puse a pensar si lo que
habíamos escuchado lo habíamos imaginado o no. Fuimos otra vez a la
casa, tiré la puerta abajo y ya no había nadie. Para mí eran
fantasmas. Aunque nunca supimos qué era.
Autor: Elías V.
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