Como me quedaba el
reloj pulsera, vi que eran las once de la noche. Rodeé con mi brazo la
cintura de Irene (yo creo que ella estaba llorando) y salimos así a la
calle. Antes de alejarnos tuve lástima, cerré bien la puerta de entrada
y tiré la llave a la alcantarilla. No fuese que a algún pobre diablo se
le ocurriera robar y se metiera en la casa, a esa hora y con la casa
tomada. (Acá podés leer la versión original, de J. Cortázar)
Mientras caminábamos por la calle, con
frio y todo oscuro, Irene me preguntó
- ¿A dónde vamos a ir? Yo le dije:
- No sé, déjame pensarlo, aunque sea
para pasar la noche... y a la mañana llamar a algún familiar
nuestro, para preguntarles si nos podemos quedar allí, hasta que
consigamos algo.
Y cuando justo íbamos a cruzar la
calle nos encontramos a un viejo vecino llamado Pablo que nos
preguntó:
- ¿Qué hacen a estas altas horas de
la noche caminando por la calle? Encima con todo este frio que hace.
Yo le dije:
- Lo que pasa es que nos tuvimos que ir
de nuestra casa.
Pablo me dijo:
- Le hubieras dicho a mi mujer si se
podían quedar, así no pasaban frio.
- Pero no, no queremos molestar a
nadie. Le dije tristemente.
Él me dijo que no tenía ningún
problema en que nos quedemos en su casa, pero a mí y a Irene nos
daba vergüenza quedarnos. Entre charla y charla decidimos quedarnos
pero solamente por esa noche.
A la mañana siguiente nos levantamos
con Irene. Le dije a ella que nos fuéramos para casa, porque
teníamos que averiguar quién estaba adentro de ella. Cuando
terminamos de desayunar le dije a Pablo que nos íbamos. Él me
preguntó muy confundido:
- ¿Pero a dónde van ustedes? Ya te
dije que se pueden quedar, que no había ningún problema.
-Pero Pablo, nos tenemos que ir a mi
casa, para ver qué podemos hacer, porque no nos podemos quedar todos
los días acá. Aparte, si podemos entrar, vamos a tratar de sacar la
plata que dejamos en nuestro dormitorio. Justo Irene me estaba
hablando, me había dicho pero no te acordás que tiramos la llave
por la alcantarilla...
Yo me quedé pensando en lo que me
dijo, pero me acordé que yo siempre dejaba la copia de la llave
abajo de la alfombra. Le dije eso a Irene y ella me respondió:
- Genial, menos mal que te avivaste.
- Sí, la verdad que tuve muy buena
idea. Le dije muy feliz.
Cuando estábamos saliendo de la casa
Pablo nos dijo:
- Tengan cuidado, por favor, cualquier
cosa peguen un grito que yo voy para allś ¿sí ?
- Sí, no te preocupes... Le dije
riéndome
Cuando llegamos a la casa, no
escuchamos ningún ruido, nos pareció raro a Irene y a mí, pero no
le dimos importancia. Le dije a Irene agarrá la llave, cuando abra,
te la doy a vos y guardála bien, en un lugar que no se vea y no haga
ruido. Mientras entrábamos, le dije a ella:
- Irene, mientras entrás andá yendo a
nuestro dormitorio para sacar el dinero del placar, ¿sabes?
- Bueno, pero vos no te tardes mucho,
porque capas que me pasa algo o pasa alguien y yo no sé qué voy a
hacer.
- ay!, pero Irene, ¡qué te va a
pasar, no me hagas poner más nervioso de lo que estoy! Le dije muy
asustado. Bueno, cuando entramos le dije andá, dale, así podés
agarrar el dinero. Cuando yo estaba cerrando la puerta de entrada
ella ya había agarrado la plata y alguna ropa nuestra. Después me
dijo:
- Listo, ya está...agarré la plata y
algo de ropa de los dos.
Yo me quedé mirándola, diciéndome a
mi mismo, ¡que rápido que agarró las cosas..!
Ella me preguntó:
- ¿qué te pasa que me miras así?
- No, nada, lo que pasa es que me
sorprendió lo rápido que agarráste las cosas, por eso me quedé
mirándote así.
Después de toda la charla le dije:
- ¿para qué vamos a averiguar quién
está adentro de la casa?... porque capaz que nos pasa algo...es
mejor dejarla así y ya está; total ya agarramos la plata y vos te
aviváste de agarrar algo de ropa. Mejor nos vamos. Ella me dijo que
tenía razón... para qué nos íbamos a quedar.
Entonces cuando salimos de la casa le
dije
- vamos a un hotel ¿te parece? Irene
me respondió:
- Sí, está bien. Ah! y tomá, guardá
la plata.
Y finalmente nos fuimos a un hotel a
vivir felizmente y contentos, porque pudimos sacar la plata y pudimos
agarrar algo de ropa.
Autora: Milena E.